Hace tan solo unas horas, Ethereum ha sufrido una actualización con el claro objetivo de reducir los costos por transacción y comenzar a destruir las monedas. Las criptomonedas siguen sorprendiendo a mucha gente, pero debemos concienciarnos de que han llegado para quedarse. Bitcoin, Ethereum, Ripple, Dogecoin… Hay miles en el mercado y su extrema volatilidad y sus constantes y pronunciadas subidas y bajadas de precio hacen que los medios de comunicación hablen cada vez más de esta alternativa al dinero tradicional.
Desde su nacimiento, esta forma de dinero electrónico ha ido alcanzando poco a poco popularidad hasta convertirse hoy en día en una forma de pago para muchos negocios.
Además, también es una forma de inversión para ganar muchísimo dinero a corto y largo plazo. Sí, cualquier persona puede comprar Bitcoin u otras criptomonedas, pero hay que conocer su funcionamiento, ya que igual que te puedes beneficiar, también puedes salir perjudicado y perder mucho dinero, como lo ocurrido con el caso Javier Biosca.
Esta nueva actualización, que lleva el nombre de “bifurcación dura de Londres” o London Hard Fork, activa un mecanismo que quema una parte de las tarifas pagadas a los mineros (personas que supervisan el correcto funcionamiento de las operaciones y transacciones). Así, el aumento del uso de la red resultará en una mayor cantidad de ETH que se quemarán, lo que frenará el crecimiento de la oferta de criptomonedas a lo largo del tiempo.
La actualización busca convertir al Ethereum en un método de reserva de valor. Por ejemplo, solo se emitirán 21 millones de Bitcoins y su emisión por bloque se reduce en un 50% cada cuatro años en un proceso conocido como Halving.
El nuevo protocolo hace que el proceso sea gestionado por un sistema de pujas automatizado con un importe de tarifa fijo que fluctúa en función de la congestión de la red. Además, hará que parte de la tarifa de cada transacción se ‘quemará’, o se retirará de la circulación, lo que comenzará a reducir la oferta de ether y a la larga impulsará su precio. Es aquí donde los mineros ya se echan a temblar.
La quema de esas tasas supone un cambio trascendental para ellos, dejándoles realmente sólo dos fuentes de ingresos. Los mineros pueden seguir vendiendo su potencia de cálculo a la red y esperar obtener una recompensa en ether recién minado si ganan un bloque. También pueden seguir recibiendo consejos de los usuarios que buscan priorizar su posición dentro del bloque. La primera conclusión es que, a corto plazo, los mineros no ganarán tanto dinero como antes del hard fork o bifurcación dura (el nombre con el que se conoce a la actualización del protocolo de una criptomoneda).
Sin embargo, la gran ‘bomba’ para los mineros es en realidad es el protocolo de mejora EIP 3554 incluido también en la actualización. Este cambio sí que amenaza con acelerar el final de la minería de Ethereum tal y como se la conoce.
El protocolo de mejora EIP-3554 adelanta la fecha de detonación de esa bomba de dificultad seis meses, situándose en diciembre. Una vez que estalle, hará que el ether sea imposible de minar. Aunque no es la primera vez que se detona esta ‘bomba’ -se ha hecho varias veces entre 2017 y 2019 por ejemplo-, esta vez supondrá el paso Ethereum 2.0, ya que en esta ocasión no se ‘reiniciará el reloj’ para devolver la dificultad a niveles normales.
¿Inversiones más seguras?
Todas las inversiones que se hacen a través de las criptomonedas son muy difíciles de predecir porque todas funcionan mediante un sistema en el que muchas personas se “pelean” entre ellas para que sus inversiones con criptomonedas se acepten.
Con la nueva actualización el usuario sabrá en todo momento el precio que deberá de pagar por realizar operaciones, pero habrá que pagar una tarifa base. El precio de esta tarifa no es fijo, sino que subirá en función de la demanda.
La nueva actualización también permitirá poder pagar a un minero para que la inversión financiera tarde lo menos posible en llevarse a cabo y así, evitar la especulación. Sin embargo, una de las contrapartidas de estos cambios, puede provocar una subida en el precio de otras criptomonedas.
Para Emilia Zaballos, Presidenta de la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas (AAIC) y Fundadora de Zaballos Abogados, “el movimiento se demuestra andando” y añade que “lo primero que hay que hacer es dar a conocer a todo el mundo la obligación que tiene de cumplimentar todos los requisitos necesarios”.
No obstante, hecha la ley, hecha la trampa y al final “el pequeño inversor es el que cumple siempre, mientras que los grandes capitales, que son los que realmente hay que controlar porque son los que suelen blanquear capitales, van a seguir encontrando los resquicios de la ley para seguir llevando a cabo cualquier gestión”.
Por lo tanto, las cosas no cambian. ”Los pequeños inversores y los brokers legales serán los que van a cumplir estrictamente todos los cambios, pero a los que realmente tienen que controlar porque están dentro del objetivo de la ley (aquellos que utilizan capitales de procedencia ilegal) van seguir haciendo de las suyas hasta que no empiecen a tomarse las medidas necesarias”.
Eso sí, los inversores deben prestar atención porque se avecinan nuevos cambios.